
Lo que te estás diciendo a diario es lo que tiene significado para ti. Te has vuelto susceptible a tus propias sugestiones. Y si tus conocimientos actuales se basan en las conclusiones de tus experiencias pasadas, en este caso al no adquirir ningún conocimiento nuevo siempre crearás un resultado que equivale a tu mente. Pero si cambias el significado que le das y también tu intención, cambiarás tu realidad.
Tanto si has intentado hacer un cambio positivo para crear un nuevo estado del ser, como si has estado viviendo de manera automática con el mismo antiguo estado del ser, la verdad es puedes lograr esta transformación y crear tu nueva realidad.
Ahora entenderás que con cada pensamiento, emoción y situación que experimentas estás actuando como un ingeniero en tu vida. Eres tú el que controla tu destino, lo cual plantea otra cuestión: si al cambiar tu entorno programas nuevas ideas de nuevas formas, ¿sería posible entonces —basándote en tus percepciones y creencias— programar tu mente antes de que cambie el entorno?

Los sentimientos y las emociones normalmente provienen de experiencias, pero ¿puedes combinar una clara intención con una emoción para empezar a darle al cuerpo una muestra de la futura experiencia antes de que esta se manifieste?
Si sigues practicando mentalmente las suficientes veces esta nueva serie de decisiones, conductas y experiencias deseadas, reproduciendo el mismo nuevo nivel mental una y otra vez, tu cerebro empezará a cambiar físicamente —instalando un nuevo circuito neurológico para empezar a pensar desde ese nuevo nivel mental— y a actuar como si la experiencia ya hubiera sucedido y crear tu nueva realidad.
Esto es posible mediante el repaso mental. Esta técnica consiste básicamente en cerrar los ojos e imaginar una y otra vez que ejecutas una acción y en repasar mentalmente el futuro deseado, mientras te recuerdas a ti mismo quién ya no quieres seguir siendo (el de antes) y quién quieres ser.
Este proceso implica pensar en tus acciones futuras, planeando mentalmente las decisiones que tomarás y centrando tu mente en una nueva experiencia.
Luego combinas tus pensamientos y tu intención con un intenso estado emocional, de alegría o gratitud. En cuanto sientas esta nueva emoción y te entusiasmes más todavía, estarás inundando tu cuerpo con la neuroquímica que se daría si esa situación estuviera ya ocurriendo. Se podría decir que estás haciendo que tu cuerpo saboree la experiencia futura.
Tu cerebro y tu cuerpo no saben distinguir una experiencia real de una imaginada, ya que neuroquímicamente son lo mismo. Así que empiezan a creer que estás viviendo la nueva experiencia en el presente.
En cuanto te imaginas un nuevo futuro para ti, piensas en nuevas posibilidades y empiezas a hacerte preguntas concretas, por ejemplo: ¿cómo sería vivir sin este dolor ni limitación?, y tu lóbulo frontal se concentra en ello. En cuestión de segundos generas tanto la intención de estar sano (para saber con claridad lo que deseas crear, y lo que ya no quieres experimentar) como una imagen mental de estar sano para poder imaginártelo.