Las cosas buenas llegan a los que saben esperar. El esperar, desespera y confunde. Sobre todo cuando te encuentras con la incertidumbre de no saber cuando va a llegar lo que anhelas. Sin embargo, la paciencia es algo más que la espera, es la expectativa calmada, es una especie de pausa en tu anhelo.
La paciencia no te adormece, se impone a la angustia y te despierta. Te cuesta entenderlo, pero la paciencia no es cargar y aguantar hasta más no poder y explotar. Es un arte, un arte que te hace responsable de liberarte de las cargas emocionales innecesarias para mantener tu estado de paz. Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza.
Las filosofías orientales hablan del don de la paciencia como si fuese una fuerza que la mente emplea para decirle al resto del cuerpo que todo llegará. Y es que las cosas más bellas del mundo requieren de paciencia para recubrirse de un halo de entusiasmo e ilusión. Una meta por cumplir, preparación física, una oposición; en definitiva cualquier logro que te plantees.
Frecuentemente crees que la vida dice “NO”, cuando en realidad solo está diciendo “ESPERA” . Te impacientas y como consecuencia, tu nerviosismo te hace cometer errores.