
Si te gustan los cuentos cortos y las reflexiones, te compartimos una selección para reflexionar y aplicarlos a nuestra vida.
Historias breves que permiten adentrarse en el propio conocimiento de nuestro mundo interior. Estos cuentos incluyen en sus enseñanzas muchas frases de reflexión de las que te puedes beneficiar en tu día a día.
Cuentos y reflexiones – El sabio.
Cuentan que, en un antiguo reino, habitaba un hombre que era
conocido en todas partes por su gran sabiduría.
Al comienzo solo aconsejaba a sus familiares y amigos cercanos.
Sin embargo, su fama creció tanto que el propio soberano
lo llamaba frecuentemente para consultarlo.
Todos los días llegaban muchas personas
a recibir sus sabios consejos.
Sin embargo, el sabio notó que había varios que iban todas las semanas.
Lo peor es que siempre le contaban los mismos problemas y luego
escuchaban el mismo consejo, pero no lo ponían en práctica.
Todo se había convertido en un círculo vicioso.
Un día, el sabio reunió a todos esos consultantes frecuentes.
Luego les contó un chiste tan divertido, que llevó a que casi todos
se desternillaran de la risa.
Después esperó un rato y volvió a contar el mismo chiste.
Siguió contándolo por tres horas. Al final, todos estaban desesperados.
Entonces el sabio les dijo: “¿Por qué no pueden reírse varias veces
del mismo chiste, pero sí pueden llorar mil veces por el mismo problema”.
Cuentos y reflexiones – Los dos amigos
En cierta ocasión, dos grandes amigos decidieron hacer una travesía
por el desierto.
Uno confiaba en el otro ciegamente y sentían que no habría mejor compañía.
Sin embargo, cuando ya estaban cansados tuvieron desacuerdos en sus
opiniones.
Del desacuerdo pasaron a una discusión y de esta a un debate encendido.
La situación llegó a tal extremo, que en un momento dado,
uno de los amigos golpeó al otro.
Enseguida se dio cuenta de su error y le pidió perdón.
Entonces, el que había sido golpeado, escribió en la arena:
“Mi mejor amigo me golpeó”.
Continuaron el camino y más adelante se encontraron con un extraño oasis.
Todavía no habían entrado en él, cuando el suelo comenzó a moverse.
El amigo que había sido golpeado comenzó a hundirse.
Era una especie de pantano.
Como pudo, su amigo se estiró, poniendo en riesgo su vida, y lo rescató.
Fue entonces cuando el chico que primero había sido golpeado y luego
rescatado, escribió sobre una piedra:
“Mi mejor amigo me salvó la vida”.
El otro lo miraba con curiosidad, así que le explicó:
“Entre amigos, las ofensas solo se escriben para que se las
lleve el viento.
En cambio los favores se marcan hondamente, para que no se olviden nunca”.
Cuentos y reflexiones – El león hambriento.
Un león soberbio estaba hambriento. Llevaba un rato largo sin
comer y estaba desesperado.
Sabía que en el lugar en donde estaba no abundaban las presas.
Comprendió que debía ser paciente y acechar con mucha cautela,
ya que si aparecía alguna presa y la perdía, no iba a encontrar
otra tan fácilmente.
El león se quedó muy quieto, detrás de un matorral.
Pasaron algunas horas y no aparecía nada.
Sin embargo, cuando ya estaba desanimado,
en una zona cercana apareció una liebre.
Había un pastizal y la liebre salió a comer la hierba, desprevenidamente.
El león sabía que las liebres son muy rápidas,
así que debía lanzar un ataque contundente y súbito.
De lo contrario, con toda seguridad, la liebre se escaparía.
Esperó un rato y se puso en guardia.
Cuando iba a echarse encima de su presa,
vio de pronto que un hermoso venado estaba caminando a unos
metros de allí.
La boca se le hizo agua.
En un par de segundos cambió sus planes y atacó al venado,
que había tenido tiempo de verlo y se echó a correr.
La liebre, por supuesto, se escapó.
Esta es una de las historias con moraleja que nos enseña a no perder
lo que ya tenemos asegurado, por aquello que nos seduce de repente.
Cuentos y reflexiones – El Cojo y el Ciego
En un bosque cerca de la ciudad vivían
dos vagabundos.
Uno era ciego y otro cojo; durante el día entero en la ciudad
competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron
porque todo el bosque ardió.
El ciego podía escapar,
pero no podía ver hacia donde correr,
no podía ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego.
El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar,
pero no podía salir corriendo – el fuego era demasiado rápido,
salvaje- , así pues,
lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba
el momento de la muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro.
El cojo tuvo una repentina claridad: «el otro hombre, el ciego,
puede correr, y yo puedo ver». Olvidaron toda su competitividad.
En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte,
necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad,
crearon una gran síntesis;
se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo
sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre,
el cojo puede ver, y el ciego puede correr.
Así salvaron sus vidas.
Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos;
dejaron su antagonismo.
Cuentos y reflexiones – El Bambú Japonés
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere
de buena semilla, buen abono y riego.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente
frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas:
¡Crece, maldita sea! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y
que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años,
a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber
comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas,
la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!
¿Tardó sólo seis semanas crecer?
No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad,
este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían
sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar
soluciones rápidas, triunfos apresurados,
sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento
interno y que éste requiere tiempo.
Cuentos y reflexiones – El elefante encadenado
Cuando yo era chico me encantaban los circos,
y lo que más me gustaba de los circos eran los animales.
También a mí como a otros, después me enteré,
me llamaba la atención el elefante. Durante la función,
la enorme bestia hacia despliegue de su tamaño,
peso y fuerza descomunal…
pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario,
el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba
una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas
enterrado unos centímetros en la tierra.
Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal
capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza,
podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca ,
parecida desde muy, muy pequeño. En aquel momento el elefantito empujó,
tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar,
y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día,
un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y
se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo,
no se escapa porque cree que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia,
de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Cuentos y reflexiones – Tú Gobiernas tu Mente, no tu Mente a ti
Un estudiante de zen, se quejaba de que no podía meditar:
sus pensamientos no se lo permitían.
Habló de esto con su maestro diciéndole:
“Maestro, los pensamientos y las imágenes mentales no me dejan meditar;
cuando se van unos segundos, luego vuelven con más fuerza.
No puedo meditar. No me dejan en paz”.
El maestro le dijo que esto dependía de él mismo y que dejara de cavilar.
No obstante, el estudiante seguía lamentándose de que los pensamientos
no le dejaban en paz y que su mente estaba confusa.
Cada vez que intentaba concentrarse, todo un tren de pensamientos y reflexiones cortas,
a menudo inútiles y triviales, irrumpían en su cabeza…
El maestro entonces le dijo:
“Bien. Aferra esa cuchara y tenla en tu mano.
Ahora siéntate y medita”.
El discípulo obedeció. Al cabo de un rato el maestro le ordenó:
”¡Deja la cuchara!”. El alumno así hizo y la cuchara cayó obviamente al suelo.
Miró a su maestro con estupor y éste le preguntó:
“Entonces, ahora dime ¿quién agarraba a quién, tú a la cuchara,
o la cuchara a ti?.
Cuentos y reflexiones – Aprendizaje del Zen
-Maestro, Sildenafil comencé a estudiar el zen y no me siento mejor.
Sigo sin poder hacer contacto con la divinidad que hay en mí,
sigo sin conocerme; mis dudas aumentan. ¿Por qué?
-Hijo, porque no te das cuenta de que sí te estás conociendo;
de otra forma no estarías inquieto y lleno de dudas.
Eso forma parte del proceso. El zen es un método, no es el camino;
es la escoba que saca los guijarros de tu camino.
No busca hacerte mejor, busca hacerte sereno.
Cuentos y reflexiones – Busca Dentro de ti
Cuentan que un día estaba Mullah en la calle,
en cuatro patas, buscando algo,
cuando se le acercó un amigo y le preguntó:
– Mullah, ¿qué buscas? Y él le respondió: – Perdí mi llave.
– Oh, Mullah, qué terrible. Te ayudaré a encontrarla.
Se arrodilló y luego preguntó:
– ¿Dónde la perdiste? – En mi casa. –
Entonces, ¿por qué la buscas aquí afuera?
– Porque aquí hay más luz.
Aunque les parezca cómico, ¡eso es lo que hacemos con nuestra vida!
Creemos que todo lo que hay que buscar está ahí afuera,
a la luz, donde es fácil encontrarlo,
cuando las únicas respuestas están en el propio interior.
Salgan a buscarlas afuera, que jamás las hallarán…
Leo Buscaglia, libro: «Vivir, amar y aprender»
Cuentos y reflexiones – El Cielo y el Infierno
En un reino lejano de Oriente se encontraban dos amigos que tenían
la curiosidad y el deseo de saber sobre el Bien y el Mal.
Un día se acercaron a la cabaña del sabio Lang,
para hacerle algunas preguntas.
Una vez dentro le preguntaron:
Anciano díganos: ¿qué diferencia hay entre el cielo y el infierno?…
El sabio contestó: – Veo una montaña de arroz recién cocinado,
todavía sale humo.
Alrededor hay muchos hombres y mujeres con mucha hambre.
Los palos que utilizan para comer son más largos que sus brazos.
Por eso cuando cogen el arroz no pueden hacerlo llegar a sus bocas.
La ansiedad y la frustración cada vez van a más.
Más tarde, el sabio proseguía:
– Veo también otra montaña de arroz recién cocinado,
todavía sale humo.
Alrededor hay muchas personas alegres que sonríen con satisfacción.
Sus palos son también más largos que sus brazos.
Aun así, han decidido darse de comer unos a otros.