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Consejos para ser feliz

El perdón te alivia el alma

El perdón te alivia el alma

Cuando te perdonas y perdonas a los demás, eres efectivamente libre y siempre se transforma tu vida. Las dulces promesas del perdón se cumplen y se nos ofrece un nuevo comienzo contigo y con el mundo.

Tienes un conjunto de ideas preconcebidas sobre el perdón, ideas que van acompañadas de sentimientos que las mantienen firmemente arraigadas. Tu concepto del perdón puede provocar dos cosas: o bien imposibilitarte, limitando tu  capacidad para la claridad y la alegría, o bien animarte, ofreciendo una manera de dejar atrás el pasado y ser libre para vivir con mayor paz y felicidad.

Si crees, por ejemplo, que perdonar a alguien significa justificar su comportamiento y tener que aceptar cualquier cosa que haya hecho, entonces tal vez hayas de considerar imperdonables a muchas personas y aferrarte al rencor para siempre. 

Esta reacción parece muy razonable y cuerda, porque, ¿quién va a justificar la conducta de alguien que maltrata, manipula o es insensible a los derechos fundamentales de otra persona?

Lo que crees sobre el perdón te abre o te cierra posibilidades, determina tu disposición a perdonar y, por lo tanto, influye profundamente en el tono emocional de tu vida.

Perdonar no es justificar comportamientos negativos o improcedentes, sean propios o ajenos. El maltrato, la violencia, la agresión, la traición y la deshonestidad son sólo algunos de los comportamientos que pueden ser totalmente inaceptables.

El perdón no quiere decir que apruebes o defiendas la conducta que te ha causado sufrimiento, ni tampoco excluye que tomes medidas para cambiar la situación o proteger tus derechos. 

El perdón puede sanarlo todo

El perdón no significa que debas cambiar de comportamiento. El perdón no exige que te comuniques verbal y directamente con la persona a la que has perdonado. No es preciso ir y decirle: «Te perdono», aunque a veces esto puede ser una parte importante del proceso de perdonar. 

El motivo más obvio para perdonar es liberarte de los efectos debilitadores de la rabia y el rencor crónicos. Al parecer, estas dos emociones son las que más convierten el perdón en un desafío, a la vez que en una grata posibilidad para quien desee una paz mayor. 

Hay muchos modos de definir el perdón, porque el perdón es muchas cosas. Es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofreces a otras personas y algo que aceptas para ti. El perdón es una decisión, la de ver más allá de los límites de la personalidad de otra persona, de sus miedos, idiosincrasias, neurosis y errores, la decisión de ver una esencia pura, no condicionada por historias personales, que tiene una capacidad ilimitada y siempre es digna de respeto y amor.

En realidad, cuando perdonas, es posible que veas identidades basadas o condicionadas por el miedo, pero la ves en el contexto de la luz que ilumina tu ser interior. 

El perdón es un proceso que exige cambiar tus percepciones una y otra vez. No es algo que suceda de una vez por todas. Tu visión habitual está obnubilada por los juicios y percepciones del pasado

proyectados al presente. En esto las apariencias te engañan con facilidad. Cuando eliges cambiar tu perspectiva por una visión más profunda, más amplia y abarcadora, puedes reconocer y afirmar la mayor verdad de quien eres y quiénes son los demás. Como resultado de este cambio, de un modo natural surge una mayor comprensión y compasión por ti y por los demás.

Cada vez que haces este cambio, debilitas el monopolio del ego sobre tus percepciones y te capacitas para dejar marchar, liberar y olvidar el pasado. El perdón suele experimentarse como un sentimiento de dicha, paz, amor y apertura del corazón, alivio, expansión, confianza, libertad, alegría y una sensación de estar haciendo lo correcto.

El perdón es una forma de vida que te convierte gradualmente de víctima de las circunstancias a

un poderoso y amoroso cocreador de tu realidad.

En cuanto forma de vida, supone el compromiso de experimentar cada momento libre de percepciones pasadas, de ver cada instante como algo nuevo, con claridad y sin temor. Es la desaparición de las percepciones que obstaculizaban tu  capacidad de amar.

El perdón te da la posibilidad de saber cuál es tu verdadera fuerza

El perdón siempre va acompañado de un tremendo sentimiento de libertad. Con frecuencia necesitarás perdonarte por soportar experiencias dolorosas y no amarte lo suficiente como para apartarte de ellas. Ámate, perdónate, perdona a los demás y vive en el momento. Mira cómo se va yendo la vieja amargura y el antiguo dolor si los dejas, y cómo se te abren de par en par las puertas del corazón. Cuando te diriges a los demás desde un espacio de amor, estás siempre a salvo. Perdona a todo el mundo. Perdónate. Perdona todas las experiencias pasadas Eres libre.

Lo más importante es reconocer que perdonar es tomar responsabilidad. Es hacernos conscientes de nuestros actos, de las consecuencias y del pasado. 

7 pasos para practicar el perdón. 

Todos tenemos alguna cuenta pendiente con alguien, algún dolor no sanado y, hoy, es el momento perfecto para repararlo

Identifica tu dolor.

¿De dónde viene todo lo que estás sintiendo? Puede ser que hayan herido tu autoestima, tal vez, se ha fracturado la confianza que tenías en alguien o te has visto involucrado en alguna situación que ha causado dolor a alguien más sin quererlo. El dolor no es el mismo para cada una de estas situaciones. Por ello, es muy importante identificar de dónde viene para saber qué hacer con él y entender por qué te sientes de cierta forma. Esto, además, te ayudará a trabajar en estos aspectos de tu personalidad, conocer tus puntos débiles y tus fortalezas. 

Reconocer las emociones que te causa ese dolor

Está bien sentirse enojado, triste o decepcionado, lo que no está bien es negar que estas sintiendo todas esas emociones. Guardarlas y callarlas te hará conservarlas contigo y, aunque puedas decir “te perdono”, siempre estarán ahí estorbando para volver a confiar en el otro. Está bien sentirlas, platicalo, ya sea con esa persona o con alguien más pero no te quedes con ellas.

Perdónate a ti mismo y dejar ir el pasado

En muchas ocasiones, cuando te sientes herido por alguien, piensas que has hecho algo para merecer ese dolor. Por lo tanto, comienzas a culparte de cosas sin sentido y a pensar en cosas que podrías haber hecho distinto para evitar el daño. Nada de esto es tu culpa y, en caso de que hayas hecho algo que haya provocado un daño a los demás, el primer paso es perdonarte lo que sea que hayas hecho. El objetivo del perdón es la sanación del dolor, pero si vives culpándote todo el tiempo, aunque las demás personas te hayan perdonado, nunca será suficiente.

Sé empático

Dejar que la compasión fluya dentro de ti te brindará tranquilidad y la tranquilidad te ayudará a poner a trabajar tu empatía.  Para lograr el perdón verdadero es necesario ser empático con la otra persona, ponerte en sus zapatos e intentar entender sus motivos, sus emociones y las circunstancias, tanto en el pasado como en el presente. ¿Es un reto muy grande? Claro, pero perdonar lo es en toda la extensión de la palabra. No es fácil ponerte en los zapatos de la persona que te lastimó y entender sus puntos de vista, pero es importante recordar que nadie es perfecto.

Perdona incondicionalmente

La compasión y la empatía dan paso al perdón. Dejar en el pasado lo que haya pasado, olvidar el problema y concentrarte en la solución. Estar dispuesto a perdonar es difícil pero es necesario para ti, para tu salud mental y tu sanación espiritual.

Sé agradecido

Ser agradecidos te ayuda a dejar atrás la carga de las emociones negativas que puedas sentir y te brinda la libertad de seguir tu desarrollo para ser mejores seres humanos y no repetir los errores del pasado. Agradece la valentía del otro para decir la verdad, la confianza, el cariño, la empatía, el reconocimiento  de tus emociones y de las de los demás, así como los aprendizajes que esta experiencia podrá dejarte. Agradece lo bueno y lo malo, los grande y pequeño, lo triste y los feliz. De esta manera el proceso será más sencillo.

Confía en el proceso. 

Lo que sea te haya causado dolor lo ha hecho porque una parte importante para ti, algo que quieres ha sido vulnerada. Claro que es difícil confiar y querer a alguien que te ha causado dolor pero es la prueba más grande, para ti y para el otro, del verdadero perdón. 

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