Frase de Oscar Wilde. A muchos nos cuesta aceptar nuestros errores, por lo general le echamos la culpa a los demás de las fallas que tengamos en cualquier ámbito de nuestra vida ya sea personal o profesional. Los principales responsables serán nuestros padres, compañeros de trabajo, jefes, etc. Asumiendo que somos victimas de terceros y por ello fallamos.
Lo curioso del asunto, es que si asumimos este papel de victimas, jamás aprenderemos de esos pequeños o grandes fracasos y la vida nos lo hará saber constantemente. Estos errores, aparecerán frecuentemente hasta que por decirlo de alguna manera aprendamos la lección. Lo importante en estos casos es asumir responsabilidades frente a ellos.
La responsabilidad de nuestra vida solo la podemos asumir nosotros, si fallamos solo nosotros somos responsables, nosotros decidimos con base en la información que tuvimos en ese momento, si los resultados fueron positivos o negativos solo serán consecuencia de las acciones que realizamos.
La diferencia radica en que al asumir la responsabilidad de nuestras acciones permite identificar exactamente que nos ocurrió, es decir el saber específicamente el porque actuamos de determinada manera que nos llevo a un resultado negativo, esto no es un acto de auto-compasión y de decir por mi culpa ocurrieron estas cosas. No. Lo importante al hacer esto es identificar que ocurrió y aprender.
La palabra más importante en este asunto es APRENDER. Aprender que no somos perfectos, entender que las fallas nos permite mejorar cada día y por el simple hecho de cometer errores no nos hace peores personas. A media que cometemos errores, aprendemos y cada día adquirimos más experiencia.
Las nuevas situaciones que tengamos en la vida tendrán una probabilidad de éxito del 50 por ciento y una probabilidad de fallar de un 50%, si nos equivocamos aprenderemos de esas fallas y basados en la experiencia en el futuro obtendremos el éxito.