
La felicidad no depende de lo que te sucede, sino de cómo interpretas eso que te sucede.
La forma como asimilas tu realidad y la capacidad de enfocarte en ella es la clave que te permitirá ser feliz. Ten presente que la felicidad es una decisión y solo tu tienes la posibilidad de elegir si esto es lo que quieres manifestar en tu vida.
Tu realidad depende de cómo decidas percibirla. Es muy probable que muestres resistencia a estas palabras, ya que muy seguramente dirás: «Ya lo he intentado todo», «mi vida es muy dura», «depende de las circunstancias», «mi infancia fue terrible», «qué fácil es decirlo y qué difícil conseguirlo»… Si definitivamente has pronunciado alguna de estas frases, está claro que no aprovechas o disfrutas de las cosas buenas y bonitas que la vida te ha traído a través de estas “experiencias negativas”. Si tuvieras presente que cada situación que vives trae consigo algo mejor para ti, podrás tener la fuerza, la energía y la determinación de que en ti radica el poder para superarlas y hacer de ellas un recuerdo de tu verdadero poder.
La felicidad no es una suma de alegrías, placeres y emociones positivas. Es mucho más; ya que de ella depende en muchos casos que consigas superar las heridas y dificultades y seguir creciendo. Ser feliz es vivir con cierto gozo a pesar del dolor y el sufrimiento —en mayor o menor medida, inevitables—. Si niegas o bloqueas constantemente el sufrimiento, tu mente pierde la capacidad de saber afrontarlo y superarlo. Aprendiendo a gestionar los malos momentos.
La felicidad consiste en tener una vida lograda, donde intentas sacar el mejor partido a tus valores y a tus aptitudes. La felicidad es hacer una pequeña obra de arte con la vida, esforzándote cada día por sacar tu mejor versión.
La felicidad está íntimamente relacionada con el sentido que le das a la vida, a tu existencia. Como vemos, el primer paso para intentar ser felices es conocer qué le pedimos a la vida.
¿Tu mayor objetivo en tu vida es ser feliz? Es bueno que te formules esta pregunta y evalúes si lo ves como algo lejano o como algo que disfrutas todos los días. La felicidad tiene un componente instantáneo o placentero: una comida con tu familia, una reunión con tus amigos, un viaje…, y otro más estructural, equilibrado en los pilares fundamentales de la vida: familia, pareja, trabajo, cultura, amigos…
La felicidad placentera es como una chispa fugaz, la felicidad-estructural habla en cambio de un balance de vida equilibrado.
UNO DE LOS DESCUBRIMIENTOS MÁS FUNDAMENTALES
El pasado aporta una fuente valiosa de información, pero no puede predestinar tu futuro. El hecho de permanecer con la mente anclada en el pasado, de retornar una y otra vez a algo que ya sucedió, puede originar efectos perversos que van desde emociones o sensaciones como la melancolía, la frustración, la culpa, la tristeza o el resentimiento. Todas ellas tienen un componente en común, y es que impiden el disfrute del presente. Al quedarte estancado en el pasado no podrás avanzar en la vida.
Cada pensamiento genera un cambio mental y fisiológico.. Las emociones que son perjudiciales son debidas a un pensamiento —más o menos consciente—. La ventaja es que los pensamientos los puedes educar o reeducar. Para llegar a ser una persona feliz, en paz y completa, precisas trabajar la forma en que piensas. Si lo haces te sorprenderás de los resultados.
¡Cambia tu realidad cuando cambias tu manera de pensar!
Examina en profundidad las ideas que tienes sobre ti mismo, o las que surgen en ti en los momentos más oscuros de tristeza o angustia. Esa emoción tóxica sucede porque «algo» cruza tu mente y ese «algo» te invade de forma perjudicial.
Para modificar estos pensamientos tóxicos, el sistema de creencias —la forma de procesar la información—, debes fijarte en cuáles son tus pensamientos limitantes o tus barreras. Ese sistema de creencias no tiene por qué ser malo, de hecho en muchas ocasiones es muy positivo. Esto puede suceder con eventos exteriores o con ideas y sensaciones interiores.
Puedes educar la mente y regular tus emociones.No es un proceso sencillo, pero ejercitar la mente tiene un efecto extraordinario en la forma en que percibes la realidad.
Tu mente ha ido forjando automatismos a lo largo de la vida que desembocan en bloqueos inútiles ante ciertos desafíos o retos que surgen. ¡Por eso tienes la oportunidad de decidir. Abandona tu rol de víctima; empieza a ser el protagonista de tu vida.
Tu sistema de creencias está basado en tus ideas prefijadas sobre la forma de ver la vida y el mundo que te rodea y lo que crees de ti mismo.
Estas creencias son opiniones que tienes sobre los diferentes aspectos de la vida. Están íntimamente ligadas a la manera que tienes de interpretar el mundo y pueden ser de tipo consciente —«me doy cuenta»— e inconscientes —porque toda la vida han estado en tu mente —.
Cuando las cosas no salen nunca como esperas o sufres siempre por todo lo que te rodea, si sientes que no encajas, tal vez debes analizar cómo construiste este sistema, como has construido tu visión del mundo. Algunas de estas creencias obstaculizan seriamente tu capacidad de lograr objetivos o de afrontar desafíos de forma sana, debido a que bloquean la mente con sentimientos de inseguridad y miedo.
Observa y deléitate con la realidad que te rodea, vive el momento presente, verás cómo siempre es atractiva de una u otra forma. Mirar con atención devuelve el interés y la fascinación ante la vida. Debes aprender a mirar la realidad con ojos nuevos, con ternura, sin dureza.
Ahora comienza a:
— Entrena tu atención; intenta fijarte en cosas positivas de tu entorno.
— Saborea el momento presente.. Esfuérzate en sentir, identificar aromas, sabores o texturas. En un parque, atrévete a cerrar los ojos y enfocarte en tus sentidos del oído y el olfato. Haz lo mismo con la música, además de oírla, aprende a escucharla.
— Toma las riendas de tu vida. Observa algo valioso, objetivamente bueno, de tu entorno y, durante un minuto, repite cosas positivas sobre ello. Te sorprenderás. Prueba a hacerlo con personas, con sucesos, con circunstancias