
Lo único que necesitas para merecer lo mejor, simplemente es cambiar tu mentalidad y convencerte de que eres un ser invaluable y por tal motivo mereces recibir grandes y maravillosas cosas sean de tipo material, emocional, espiritual o social.
Se han hecho grandes esfuerzos por condicionarnos y hacernos sentir indignos de tener todo aquello que ofrece la vida. La mayoría de nosotros hemos aceptado muchas de las cosas que nuestros egos han puesto en nuestro camino, empezando por nuestra llegada a este mundo como niños.
Te presentamos algunos puntos para que los tengas en cuenta
1. Mi autoestima procede de mí mismo.
La aceptación procede de ti, no puedes amarte desde el exterior solo tu puedes amarte y aceptarte tal como eres. Recuerda que nadie es indigno y que la misma energía divina que fluye a través de ti, fluye también a través de todos. Todos somos dignos, incluido tú.
2. Me acepto a mí mismo sin reparos. Una persona que se acepta a sí misma de esta manera piensa algo así: «Estoy dispuesto a afrontar todo lo que se refiere a mí mismo, sin caer en el autodesprecio y sin repudiar mi valor esencial».
Si no estás dispuesto a hacer tal declaración, tu fuerza interior se verá socavada por la cólera, la culpabilidad, el temor y el dolor, todo lo cual, combinado, soslaya la posibilidad de que tus deseos se manifiesten.
La autoaceptación no es nada más que un cambio en la conciencia. La aceptación significa que, en realidad, no tienes que hacer nada al respecto. Simplemente, respetas tu cuerpo y la inteligencia divina que está obrando sobre ti. No se trata aquí de una actitud fingida. Lo que haces es, simplemente, apartar al ego de tus valoraciones internas, centradas en la aprobación de los demás. Gracias a la autoaceptación, puedes decir honestamente:
«Soy lo que soy y lo acepto». Una vez que hayas instalado firmemente esta actitud, desde una postura de honestidad contigo mismo, la certeza de que mereces recibir los dones del universo estará alineada con ese divino poder.
3. Acepto plenamente la responsabilidad por mi vida, por lo que es y lo que no es. Eso supone la eliminación de nuestra fuerte inclinación, dominada por el ego, a echar a los demás la culpa por aquello que no hay en nuestras vidas. Asumir plenamente la responsabilidad significa tener conciencia del poder inherente a uno mismo.
Estar dispuesto a aceptar plenamente la responsabilidad sobre ti mismo, te coloca en la postura de ser digno de recibir y atraer aquello que deseas. Tu mereces lo mejor. Si algún otro fuera el responsable de tus defectos y le achacaras a él tus problemas, estarías diciendo con ello que para manifestar el deseo de tu corazón necesitas obtener el permiso de esa otra persona. Este acto de abdicación de la propia responsabilidad destruye la capacidad para capacitarse a uno mismo hasta alcanzar niveles superiores de conciencia.
Cuando utilizas tus comportamientos del pasado para aprender de ellos y sigues adelante, al margen de lo horribles que te hayan parecido, te liberas de la negatividad que rodea esas acciones. Perdonarse a uno mismo significa que puede extender el amor hacia sí mismo, a pesar de haber percibido dolorosamente las propias deficiencias.
4. Comprendo la importancia de que haya armonía entre mis pensamientos, mis sentimientos y mi comportamiento. En la medida en que seas incongruente en cualquiera de estos tres ámbitos, el pensamiento, el sentimiento o el comportamiento, impedirás que se produzca el proceso de la intensificación de la conciencia y la capacidad para manifestar el deseo de tu corazón.
Estas actitudes te proporcionan las herramientas para crear en tu interior un ambiente que propicie tu sensación de merecimiento. Todas ellas reflejan la capacidad para vivir pacíficamente en el momento presente, y para descartar muchas de las actitudes del pasado que te mantuvieron en un estado constante de incapacitación y te hicieron sentir indigno de manifestar más bendiciones y felicidad en tu vida. Recuérdalo siempre
Tu mereces lo mejor. Esos sentimientos persisten a menudo porque te hallas encerrado en la historia de tus primeras heridas. Para finalizar el camino que conduce al merecimiento, tienes que cortar tu relación con esas viejas heridas.
Wayne Dyer