
¿Cuál es la fuerza que determina lo que intentamos o dejamos de intentar para lograr algo en la vida?
Son nuestras creencias acerca de lo que somos capaces de hacer, lo que es posible e imposible, de ver oportunidades y lo que nos define. En la cultura haitiana, la fe de alguien en el poder letal del mago que «le apunta con el hueso» puede llegar a causar una muerte real. Pero el verdadero asesino es esta sensación de certeza -la creencia- y no el mago de la tribu.
¿Son negativas tus perspectivas de tu propia vida?
¿Qué consecuencias ha tenido esto en ti?
¿Cuáles son las creencias positivas que han contribuido en dar forma a tu vida?
¿Qué expectativas nuevas y positivas puedes establecer para ti y los que te rodean?
Normalmente, la gente piensa que son los acontecimientos los responsables de sus circunstancias en la vida. Pero lo que realmente da forma a nuestra vida es el significado que damos a las cosas.
Dos aviadores son derribados en Vietnam, caen prisioneros y son torturados repetidamente. Uno de ellos se suicida. El otro forja una fe en sí mismo, en la humanidad y en su Creador como jamás había tenido antes. Ahora este hombre, nos recuerda que el espíritu humano tiene fuerzas para superar cualquier dolor, cualquier problema, cualquier obstáculo y de encontrar oportunidades.
¿Acaso tú o alguien a quien conoces permiten que circunstancias pasadas pongan límites a su felicidad actual? ¿Qué otro significado se podría atribuir a aquellas circunstancias? ¿Te han hecho más fuerte? ¿Más sabio? ¿Capaz de aconsejar a otros que se enfrentan a las mismas dificultades?
¿Por qué hacemos lo que hacemos?
Es una cuestión de convicciones. Por increíble que parezca, si la gente se creyera capaz de curar una enfermedad trepanando el cráneo, lo haría (y, de hecho, lo hizo), al margen de que esta creencia estuviera bien fundada o no. Y si creyera que su felicidad depende de la ayuda que presta a los demás, su motivación sería igualmente grande.
Las convicciones son las que marcan la diferencia entre una vida desdichada y otra de gozosa contribución a la sociedad. Las convicciones son las que distinguen a los Mozart de los Manson, las que impulsan a algunas personas al heroísmo y a otras a la ensoñación pasiva de lo que podría haber sido su vida.
¿Cuáles son las convicciones que motivan los actos de las personas que te rodean? ¿Qué creencias compartes con tus compañeros de trabajo? ¿Con tus hijos? ¿Con tus padres? ¿En cuáles discrepas?
Cada vez que te ocurre algo, tu mente se plantea dos preguntas: ¿Es esto doloroso o placentero? ¿Que debo hacer para evitar el dolor y/o conseguir placer? Las respuestas se basan en generalizaciones, en lo que tú crees que ha de conducirte al placer o al dolor. Mientras que estos «procedimientos sumarios» nos permiten situarnos y actuar, también pueden ser graves impedimentos en nuestras vidas. Hay personas, por ejemplo, que se consideran generalmente incompetentes porque, en alguna ocasión, no supieron estar a la altura de las circunstancias y eliminaron de sus pensamientos las oportunidades que una situación inicial de dolor puede ser la fuente de grandes oportunidades. Desgraciadamente, las generalizaciones se pueden convertir en profecías cumplidas.