Las casualidades no existen, todo siempre sucede por alguna razón. Así mismo, las personas que llegan a nuestra vida siempre nos traen algún tipo de lección, denominalas bendiciones o lecciones. Ya sea porque se requiere trabajar más en algún aspecto de nuestra vida o para aprender a aceptar ciertas situaciones que aún nos cuesta afrontar. Las personas llegan porque tienen que llegar.
Por lo general suelen aparecer o hacer parte de nuestras vidas en un momento en que no lo esperábamos, pero si aparecen en el más oportuno para nuestras vidas.
Su presencia puede ser entendida como una gran bendición porque nos trajo gran bienestar a la situación que estábamos viviendo, o por el contrario llegaron para darnos una lección acerca de algo que todavía necesitábamos aprender.
Aparecen cuando estamos preparados para recibirlas. Esa es la mágica sincronía de la vida.
Todas las personas que aparecen en nuestra historia, traen consigo una lección (aunque a veces, ni ellas mismas se den cuenta); una lección que puede durar 5 minutos en una conversación con un desconocido u otra que puede durar años con el amor de tu vida.
El tiempo que comparta con nosotros no es tan importante, en este caso depende de entender el para que vivimos ciertas experiencias con ella. Amigos, pareja, compañeros de trabajo, vecinos o un total desconocido con el que entablamos una simple conversación pueden influir de manera significativa nuestra visión del mundo. Nuestra percepción acerca de algún tema.
No es cuestión de tiempo, sino de intensidad y del impacto que hayan tenido en nuestra historia personal. Eso es lo que al final importa y lo que hace que nuestros sentimientos y emociones hacia ellas permanezcan para siempre.
Nadie llega a tu vida sin motivo. Eso es lo realmente importante.