
Si te fijas una de las actividades que más disfrutan los niños es dibujar. Todos los días llegan del colegio y empiezan a dibujar lo que ven en su vida diaria o crean mundos maravillosos que plasman en dibujos para que todos las vean y los feliciten por algo que les gusta hacer.
No se imponen ningún tipo de meta o calificación o algo por el estilo, la única motivación que tienen es dibujar, sin ninguna pretensión, sin ningún tipo de expectativas.
Supongamos que vuelves a tu niñez y que un día tu mamá decide empezar a calificar tus dibujos porque quiere que sean los mejores y te impone una regla, que debes hacerlo lo mejor que puedas para evitar hacerlos de manera mediocre. Te dice que estas obligado a hacerlos perfectos, hasta que obtengas una calificación del 95% según el criterio de ella. Cuando le pasas tus dibujos después de una tarde llena de inspiración y no recibes la calificación esperada, te frustras, te decepcionas y en medio de todo te empieza a aburrir la actividad que más disfrutabas.
Con el paso del tiempo, pierdes interés y lo peor del caso es que dejas de practicar y prefieres hacer otras cosas.
¿Qué sucedió?, que te llevó a perder este espíritu artístico y preferiste dejar de hacer algo que te gustaba?. La causa es el nivel de exigencia, dejaste de disfrutarlo, no existía una motivación diferente que una calificación lo que te creo estrés y angustia ya que tu no puedes elegir que cada dibujo que haces es una obra maestra, esta se da de manera espontánea, pero para que llegue es necesario practicar diariamente y dar de ti tu corazón y tus emociones para plasmar lo que sientes en ella.
Aunque tu madre te impuso esta regla del 95% con la mejor de sus intenciones, lejos de ayudar te impidió que pintara obras maestras en el futuro.
Aplica la regla del 70%
Ahora si en lugar de exigirte un 95% por tus dibujos la nueva regla sea el 70% de calificación. Te darás cuenta que es una meta que puedes alcanzar, así que eliminas el miedo a recibir una fuerte critica se disminuye. Además al ver tu entusiasmo el premio que te ofrece es pegar tu dibujo en el refrigerador, te sentirás más motivado en hacer un buen dibujo. Le pones el corazón e intentas hacer el mejor trabajo que puedes porque eso es lo que te gusta hacer y algunas veces te queda algo de 70 otras de 85 otras de 95 pero el no necesitar que sea 95 te permite empezar, terminar, relajarte y disfrutar el proceso.
Esta flexibilidad, te permitirá crear mejores cosas, no hay una imposición para ser perfecto, no te juzgas ni esperas que seas fuertemente criticado por no hacer las cosas con un nivel de perfección altísimo.
Estas experiencias las comparten las personas que se autoexigen de manera permanente, tal vez por una niñez similar a la narrada anteriormente. Al creer que todo lo que deben hacer en su vida debe ser una obra maestra normalmente no publican nada ya que el nivel de perfección que creen deben cumplir les hace creer que no son lo suficientemente buenos para lograrlo.
En cambio, las personas que no se exigen a tal grado y se enfocan en su práctica diaria, terminan publicando varias obras maestras en el camino. Esta regla del 70% consiste en bajar la barra de casi perfecto de 95 por ciento a suficientemente bueno 70 por ciento. Esto quita la presión de encima y te permite enfocarte y disfrutar de tu práctica diaria en cualquier actividad que quieras realizar.