
Las personas que se ganan la vida haciendo lo que les gusta son las personas que se empeñan en conseguirlo.
No se rinden. Nunca ceden.

Desafían a la vida si no les deja hacer lo que les gusta. Pero hay otro elemento que se debe mencionar, pues se trata
de un elemento que se halla ausente en el razonamiento de la mayoría de las personas cuando inician su vida laboral.
Hay una diferencia entre ser y hacer, y la mayoría de las personas dan más importancia a lo segundo.
¿Y NO DEBERÍAN?
No es cuestión de si «deberían» o «no deberían». Es una cuestión de qué eliges, y como puedes conseguirlo.
Si tú eliges la paz, la alegría y el amor, no conseguirás mucho a través de lo que hagas. Si escoges la felicidad y el contento, poco de eso lograrás por la vía del hacer.
La calidad de tu vida depende de qué predomine en este equilibrio. El alma siempre está siendo.
Está siendo lo que está siendo independiente de lo que haga el cuerpo, no a consecuencia de lo que haga el cuerpo.
Si piensas que tu vida se basa en el hacer, no entiendes de qué se trata.
A tu alma no le importa lo que hagas para ganarte la vida (y cuando tu vida termine, tampoco a ti te importará que hayas hecho).
A tu alma sólo le importa qué eres mientras haces lo que hagas para ganarte la vida.
Tratamos de encontrar una manera de seguir vivos, de sobrevivir,
de mantenernos a nosotros mismos y a nuestra familia,
haciendo lo que nos gustaría hacer.
TRATA DE SER LO QUE TE GUSTARÍA SER.
Algunas personas ganan montones de dinero haciendo lo que
hacen; otras apenas ganan, y hacen lo mismo.
¿Dónde está la diferencia?
Algunas personas tienen más capacidad que otras.
Ese es un primer aspecto; pero vamos al segundo.
Imaginemos dos personas con unas capacidades relativamente
iguales.
Ambas se licenciaron en la universidad,
ambas fueron el número uno de su promoción, ambas conocen
lo esencial de su trabajo, ambas saben cómo utilizar sus
instrumentos con gran facilidad; sin embargo,
una lo hace mejor que la otra, una prospera mientras la otra
sigue luchando. ¿A qué se debe?
Al alma sólo le preocupa dónde vas a estar.
¿Vas a estar en un lugar llamado temor, o en un lugar llamado
amor?
¿Dónde estás —y de dónde vienes— cuando te encuentras
con la vida?
Ahora bien: en el ejemplo de los dos trabajadores igualmente
cualificados, uno tiene éxito y el otro no, no debido a lo que hace
cualquiera de los dos, sino debido a lo que ambos son.
Una persona es abierta, amistosa, cuidadosa, servicial,
considerada, animada, confiada, y además está contenta con su
trabajo, mientras que la otra es cerrada, distante, descuidada,
desconsiderada, gruñona, y está resentida por hacer lo que
hace.
¿Y si escogieras los estados más elevados del ser?
¿Y si eligieras la bondad, la misericordia, la compasión,
el conocimiento, el perdón, el amor?
¿Qué pasaría si escogieras la santidad?
¿Cuál sería entonces tu experiencia?
EL SER ATRAE AL SER, Y PRODUCE EXPERIENCIA.
No estás en este planeta para producir algo con tu alma.
Tu cuerpo es, simple y llanamente, el instrumento de tu alma.
Tu mente es la fuerza que hace que el cuerpo funcione.
De modo que lo que tienes es una poderosa herramienta
utilizada en la creación del deseo del alma.
¿Cuál es el deseo del alma?
El alma aspira a ser Dios. ese es el deseo del alma.
En un sentido amplio. Pero ese Dios que aspira a ser es muy
complejo, posee múltiples dimensiones, múltiples sentidos,
múltiples facetas.
momento en el que tengas plena consciencia de sus deseos,
y confluyas en gozosa unidad con ellos.
Pero el espíritu no impondrá nunca jamás su deseo a la parte
presente, consciente, física de ti.
Del mismo modo, el cuerpo trata muy a menudo de controlar
la mente, y frecuentemente con éxito.
Sin embargo, el cuerpo y la mente juntos no tienen nada
que hacer a la hora de controlar el alma, ya que el alma se halla
totalmente libre de necesidad
(a diferencia del cuerpo y la mente, que están encadenados
a ella)
y, por ello, deja que el cuerpo y la mente hagan siempre lo que
quieran.
En cambio, para el alma no habría otro camino posible;
puesto que, si la entidad que tú eres ha de crear —y,
en consecuencia,
conocer— quién es realmente, deberá hacerlo mediante un acto
de volición consciente, no por un acto de obediencia
inconsciente.
La obediencia no es creación; por lo tanto, nunca puede producir
la salvación.
La obediencia es una respuesta, mientras que la creación
es decisión pura, no exigida, no necesaria.
La decisión pura produce la salvación por medio de la creación
pura de la idea más elevada en ese momento.
La función del alma consiste en indicar su deseo, no en
imponerlo.
La función de la mente consiste en decidir entre distintas
alternativas.
La función del cuerpo consiste en llevar a cabo esa decisión.
La palabra «yo» es la clave que pone en marcha el motor de la
creación.
Las palabras «yo quiero» son sumamente poderosas.
Son afirmaciones al universo. Órdenes.
Ahora bien: cualquier cosa que siga a la palabra «yo»
(que hace que surja el gran Yo Soy)
tiende a manifestarse en realidad física.
Por lo tanto, «yo» + «quiero éxito» produce que tú quieras éxito.
«Yo» + «quiero dinero» produce necesariamente que tú quieras
dinero.
Y no puede producir otra cosa, ya que los pensamientos
y las palabras son creadores.
También lo son los actos.
Y si tú actúas de un modo que afirme que quieres éxito y dinero,
entonces tus pensamientos, palabras y actos están de acuerdo,
y puedes estar seguro de que tendrás la experiencia de este
«querer».
Eres un creador sumamente poderoso.
Ahora bien, Dios te concede que, si has tenido un pensamiento,
o has hecho una afirmación, sólo una vez
—por ejemplo, en un momento de enfado o frustración—,
no es probable que vayas a convertir tales pensamientos
o palabras en realidad.
Así, no debe preocuparte decir «¡Muérete!» o «¡Vete al infierno!»
o todas las demás cosas poco agradables que a veces dices o
piensas.
Sin embargo, si repites un pensamiento, o pronuncias
una palabra, una y otra vez —no una vez ni dos, sino docenas,
centenares, millares de veces—,
no tienes idea de su poder creador.
Un pensamiento o una palabra expresado y vuelto a expresar
se convierte justamente en eso: en expresado.
Es decir, en algo exteriorizado.
Se convierte en algo realizado externamente.
Se convierte en tu realidad física.
Vosotros amáis el fastidio, el pesar, el drama; es decir, en tanto
no hagáis otra cosa.
Habrá un determinado momento en vuestra evolución en el que
dejaréis de amar el drama, dejaréis de amar la «historia»
que habéis vivido hasta ahora.
Es entonces cuando decidiréis —elegiréis activamente—
cambiarla. Sólo que la mayoría no sabe cómo hacerlo;
y tú ahora sí lo sabes.
Para cambiar tu realidad, simplemente deja de pensar
como lo haces.
En este caso, en lugar de pensar: «Yo quiero éxito», piensa:
«Yo tengo éxito».
Es posible que te parezca como mentirte a tí mismo, o burlarte
de tí mismo diciendo esto. Tu mente te gritaría:
«¡No digas idioteces!».
Entonces, piensa un pensamiento que puedas aceptar:
«Ahora voy a tener éxito», o
«Cada vez estoy más cerca del éxito».
Puedes pensar que ese es el truco de las técnicas de afirmación
que utilizan determinadas corrientes de la Nueva Era…
Las afirmaciones no funcionan si no son más que declaraciones
de algo que quieres que sea verdad.
Las afirmaciones sólo funcionan cuando son declaraciones
de algo que ya sabes que es verdad.
La mejor «afirmación» es una declaración de gratitud y
reconocimiento.
Si piensas pensamientos de malestar o enfermedad (o continuo enfado, odio y negatividad), tu cuerpo traducirá dichos pensamientos a una forma física.
La gente verá esta forma negativa y enfermiza, y dirá:
«¿Qué pasa?».
No sabrá cuan acertada es.
El alma contempla la representación de todo este drama, año tras año, mes tras mes, día tras día, momento a momento, y siempre se halla en posesión de la Verdad sobre ti.
Nunca olvida el proyecto; el plan original; la primera idea; el pensamiento creador.
Su tarea consiste en hacer que recuerdes, que recuerdes una vez más Quién Eres, y luego decidas Quién Quieres Ser ahora.
Así, el ciclo de creación y experiencia, imaginación y realización, conocimiento y evolución hacia lo desconocido,
continúa, ahora y para siempre.